Esta historia fue publicada en el periódico “El pais.com” Ciudad del Cabo - 01/11/2008
Después de leerla se me ha quedado el corazón encogido y pensé en publicarla, para que llegara al oído de más gente.
Asha no era mujer, sino casi niña., tenia solo 14 años.
Nació víctima ya. En el campo de refugiados de Hagardeer, en el sur de Kenia, en 1995, donde su familia tuvo que refugiarse tres años antes, huyendo desde Mogadiscio de los ataques contra su clan, el de los Galgale, una minoría en Somalia. Fue la última en nacer, la decimotercera de seis hermanos y seis hermanas.
Asha, que acudía a la escuela en el campo de refugiados, padecía epilepsia, por lo que la familia decidió enviarla con su abuela en Mogadiscio, donde podría recibir mejor atención médica.
Kismayo estaba en su camino. Pero no contaban con la sempiterna guerra. En agosto, las milicias integristas de Al Shebab se hicieron con el control de la ciudad.
Asha, "una niña muy dulce, muy humilde", se quedó atrapada en Kismayo, donde pudo sobrevivir estos dos meses gracias a los conocidos que había hecho en el camino.
El dinero para llegar a Mogadiscio se le acababa, según decía a su padre por teléfono.
La noche del sábado, tres hombres se le acercaron y la obligaron a acompañarlos a la playa, donde la violaron.
Bajo consejo paterno, ella acudió a los tribunales y denunció a sus violadores, que fueron arrestados.
Y aquí se inicia, según declaraciones de Ibrahim Dhuhulow, la serie de desatinos que acabarían con la niña atada y enterrada hasta el cuello, lista para la ejecución.
Una hora antes de que la ejecutaran, Asha logró llamar a su padre.
-Papá, soy tu hija, me van a matar, por favor, diles que me perdonen’.
El padre preguntó
-Quién te a matar y por qué alguien iba a hacer algo así?
- El hombre que tengo a mi lado no me permite decir las razones.
El padre pedió hablar con el hombre.
-Quién eres tú?, por qué vas a matar a mi hija?’.
-No me puedo responder a eso, ’pero que sepas que tu hija va a ser lapidada en una hora’.
El padre en ese instante se desmayó.
De acuerdo con la reconstrucción que el padre y los conocidos de Asha en Kimbayo han podido ir haciendo de los hechos, los familiares de sus agresores la convencieron con buenas palabras para que acudiera al tribunal islámico, retirara su acusación y perdonara a los tres hombres.
Le darían dinero y joyas. Ella accedió, pensando que podría llegar a Mogadiscio con el dinero.
Mientras, los mismos familiares acusaron a Asha ante el Tribunal Islámico por extorsión.
Cuando Asha, en su inocencia, retiró la denuncia, fue arrestada y acusada de adulterio, de mantener relaciones sexuales sin estar casada.
"No le preguntaron nada, no trataron de hablar con ella, ni siquiera la visitó un médico", asegura Hassan Shire Sheik, director del Proyecto de Defensa de los Derechos Humanos en el Este y en el Cuerno de África (EHAHRDP).
"Se hacen llamar tribunales pero no tienen ningún conocimiento legal". Shire Sheik, impulsor de diversas asociaciones de defensa de los derechos humanos en Somalia, confirma las palabras del padre de Asha según las cuales la niña se quedó sin defensa alguna
Dónde está la ley? Quién la defendió? Cómo se mata a una niña de catorce años? Están locos".
Lo mismo debió de pensar los testigos de la ejecución.
Un millar de personas que se acercaron al estadio de fútbol de Kimbayo, a los que se les dijo que se iba a lapidar a una mujer de 34 años, prostituta, bígama, adúltera.
Pero pudieron ver y oír a Asha antes de que le cubrieran la cabeza con un capuchón. Asha la niña protestaba su inocencia. Unos cuantos trataron de romper filas y acudir en su ayuda.
Los milicianos integristas abrieron fuego contra la multitud. Mataron a un niño. Otras seis personas resultaron heridas.
Por ello, posteriormente, los islamistas se disculparon y aseguraron que buscarían a los responsables de los disparos.
No por las piedras, transportadas hasta el estadio en un camión. Nadie más se atrevió a proteger a la pequeña.
Cincuenta hombres rodearon a Asha, la cubrieron la cabeza en un capuchón sollozante, e iniciaron el lanzamiento de proyectiles.
Hasta tres veces tuvieron que interrumpir la ejecución para comprobar si la niña todavía vivía.
-"Mi niña iba a la escuela, mi niña iba a ver a su abuela, no sé qué tipo de ley permite matar a una niña de catorce años", se desespera su padre Ibrahim Dhuhulow,
El defensor de los derechos humanos somalí considera que Asha sirvió no sólo para cubrir a los autores de la violación, "sino también para atemorizar a la población, a aquellos clanes que no tienen poder". Para Shire Sheik, "es necesaria una intervención internacional efectiva y poder salvar lo que nos queda de Somalia".
Amnistía Internacional, condenó duramente la ejecución de Asha, cuya muerte: "es otro caso de abuso de derechos cometidos por combatientes en el conflicto de Somalia, otro que demuestra la importancia de investigar y documentar dichos abusos a través de una Comisión Internacional de Investigación".